sábado, 18 de septiembre de 2010

Facebook, ¿ángel o demonio?

Cuando Mark Zuckerberg, el joven y ahora multimillonario creador de Facebook, decidió que cualquiera de los usuarios del portal podrían modificar “su invento” añadiendo aplicaciones de todo tipo a su plataforma, abrió una caja de Pandora de cuyo fondo no se sabe qué más pueda salir.
Mark Zuckerberg, creador del Facebook.
Por esto las noticias sobre el portal que nació como una red entre los estudiantes de la Universidad de Harvard y que hoy cuenta con más de 65 millones de adictos resultan tan contradictorias.
Esta semana, mientras los sindicatos británicos protestaron porque una gran cantidad de empresas estaban bloqueando el acceso de sus empleados a este tipo de páginas, al otro lado del Océano Atlántico, la ONG neoyorquina Takes all Types anunciaba la creación una aplicación para reclutar donantes de sangre. Todo esto en medio de la polémica desatada por un artículo del periódico The Guardian en el que se revelan algunos secretos de los “cerebros” detrás del portal.
Los empresarios ingleses que han optado por censurar la página argumentan que es tal la fascinación de sus empleados por Facebook, que desperdician una buena parte del tiempo laboral navegando por ella. Además, critican que se exponen a la fuga de información privilegiada. Un estudio australiano demostró que las empresas de ese país pierden al menos 6 mil millones de dólares anuales por culpa de empleados que invierten una de las ocho horas laborales visitando Facebook. Critican que el portal se haya convertido en la versión moderna de las charlas al frente de las máquinas de café que tantas molestias provocan y provocaron en el pasado. 


Brendan Barber, secretario general de la unión de sindicatos, salió en defensa del portal argumentando que “bloquear el acceso de nuevas herramientas de internet como Facebook no es una solución sensible para un problema y lo único que va a lograr es que se haga aún más grande”.


Pero si Facebook produce pérdidas económicas a las empresas y pérdida de privacidad a millones de usuarios, algunas de sus más de 18.000 aplicaciones han desencadenado fenómenos sociales inimaginables tiempo atrás. Gracias a que sus creadores permiten que cualquier persona utilice esta red social a su antojo, la ONG Takes all Types, con una inversión inferior a los 500 dólares, logró insertar en el portal un módulo que invita a los usuarios a donar sangre pero también les anuncia, a través de mensajes electrónicos y mensajes enviados al celular, que alguna persona cerca de la zona donde vive necesita una donación de sangre de su grupo sanguíneo. 


Esta aplicación, que promete salvar miles de vidas, se suma a otras nobles iniciativas hechas a través de Facebook como las multitudinarias marchas convocadas desde el portal por un grupo de jóvenes a favor de la paz en Colombia un mes atrás. Y contrasta con las frivolidades que intercambian buena parte de sus usuarios que van desde mordiscos de vampiros, tests para saber quién sabe más sobre actrices y actores, ositos que deben acuchillearse, acuarios con peces y némonas, invitaciones a tomar martinis virtuales o comparar cuál de los amigos y amigas es más sexy. 


La historia de Facebook no ha terminado de escribirse, eso está claro. La revista Arcadia retomó en su última edición un artículo publicado por el periodista Tom Hodgkinson en el prestigioso diario The Guardian. Una minuciosa investigación de la junta directiva del portal fue suficiente para sembrar algunas preocupaciones en sus usuarios. El editorial de la revista invita a sus usuarios a tener un poco más de cuidado: “Lea la política de privacidad de Facebook y se dará cuenta de que prácticamente no existe. Facebook parece más un régimen totalitario virtual, ideológicamente motivado, con una población que crece unos dos millones de personas por semana y que ya ha superado los 60 millones. Thiel y sus socios han creado su propio país. Un país de consumidores”.

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